El lenguaje es
considerado como parte fundamental del desarrollo general del niño, al que
habrá que tener como ser activo y creativo, prestando especial atención a sus
primeras manifestaciones, sus primeras palabras. El lenguaje es un sistema
convencional de comunicación, por medio de él el ser humano es capaz de
expresar sentimientos, pensamientos y comunicarse con otros. Por lo tanto, la adquisición del lenguaje en los primeros años de vida es trascendental,
suponiendo los principales estímulos en el desarrollo del lenguaje a la
familia.
Para que el desarrollo
del lenguaje sea posible necesita estar rodeado de estímulos constantemente y
relacionándose con otros. Este es proceso
sistemático y permanente de motivación, que debe ser por parte del entorno cercano del niño. Con esto se hace referencia
a un apoyo constante por parte de las
familias al trabajo educativo diario que se lleva a cabo en los Jardines
Infantiles. Para que esto se genere, es necesario tener un ambiente en donde el centro
educativo y la familia se complementen para un óptimo desarrollo de los
niños, centrándose en una participación
compartida entre ambos.
Las familias
y el centro educativo deben establecer
diversas estrategias que sean efectivas en beneficio del desarrollo de las
habilidades lingüísticas. Por lo tanto, se considera que tener una relación de
cooperación entre la familia y la escuela es fundamental para mejorar los
aprendizajes. Una relación de diálogo, de información, de trabajo común. “Los
padres tienen una responsabilidad en la educación de sus hijos. Padres
preocupados, hijos con mejores oportunidades de aprender. Es una relación
causa- efecto. Así de simple, así de claro. Necesitamos padres comprometidos
con la calidad de la educación de sus hijos, padres que preguntan, que
cooperen, que ejerzan sus derechos y sus responsabilidades” (Aylwin, 2001, p.
15).
"Necesitamos buenos
educadores, es decir: profesores y padres, las escuelas deben ser centros de
relación y de intercambio."
Christopher
Clouder (2009)
Tomando como referencia la cita anterior, se llega a la
conclusión no es posible realizar un trabajo educativo efectivo si no existe un
apoyo fundamental de los padres y del núcleo familiar. Se necesita que la
familia se haga parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, fortaleciendo los
lazos con los diferentes agentes educativos en los cuales sus niños se
encuentran a cargo.
Bibliografía: Aylwin N. y Solar Mª
Olga (2001) “Trabajo Social Y Familiar; Ediciones universitaria Escuela de Trabajo
Social” Pontificia Universidad Católica de Chile.
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