Durante
los tres primeros meses de vida el niño interactúa con el medio a través de sus
reflejos, con los cuales construye esquemas reflejos, que son totalidades
perceptivas y motoras a la vez. Luego aparecerán conductas que el niño ejercita
en relación con los objetos, cuando puede tomarlos en sus manos, observarlos,
agitarlos, chuparlos o morderlos. Esto le permite aplicar los esquemas de
acción conocidos a diferentes objetos.
Los esquemas de acción van aumentando en variedad en la medida en que su
desarrollo motor se lo permite. Con
estás acciones el niño puede inferir cómo está comprendiendo lo que ve y cuáles
son las relaciones que va estableciendo entre distintos elementos.
El
cesto del tesoro está apuntado al juego del bebé, brindando experiencias de
calidad con los distintos objetos de la vida cotidiana. Como sabemos el cerebro
de los niños crece deprisa, y se desarrolla mediante las respuestas al flujo de
la interacciones externas que llegan desde del mundo que los rodea, a través de
los sentidos, el olfato, el gusto, el
oído, la vista, y el movimiento corporal.
El
cesto del tesoro reúne y permite fijaste, como ya mencionamos, en objetos que
se encuentran en la vida cotidiana que sirven de estímulo para todos los
distintos sentidos. Con el uso del Cesto del tesoro se puede asegurar que la
experiencia brindada al niño sea rica en cuando el cerebro de éste, esté
preparado para recibir información, relacionada y hacer uso de ella.
Todos
los objetos del cesto del tesoro son del entorno casero. Los niños cuando
adquieren movilidad, desplazamiento con
las cosas que prefieren jugar son con
sartenes, ollas, cajas de zapatos, las llaves del auto etc. Los que no
siempre a los padres les parece bien, y
es este aspecto lo que toma en cuenta el cesto del tesoro.
La
gran variedad de objetos, permite al niño jugar con tranquilidad, ocupado y
concentrado durante largos ratos. La educadora decidirá cual es el lugar de la
sala idóneo para la evolución del juego.
El
niño goza de las sensaciones que le provocan los objetos. Su curiosidad y sus
descubrimientos hacen que se llene de satisfacciones. Va aprendiendo a escoger
y a decidir que es lo que quiere hacer, tiene gran necesidad por probar la consistencia
de las cosas: coge los objetos los muerde, los chupa, los manipula, los
observa, los escucha, los apila, los huele, etc. participa todo su cuerpo.
Mientras
chupan, manipulan, se meten en la boca los objetos, etc., aprenden al mismo
tiempo que cada uno tiene un peso determinado, unas dimensiones, una forma, un
olor, un sonido, un tacto, etc. Cuando están eligiendo un objeto es fácil
imaginar que se están preguntando "¿Qué es esto?".
Al
favorecer la experiencia de un interés absorbente, y posibilitar que el
bebé siga un aprendizaje fundamental
para el que está preparado e impaciente
Bibliografía
Moreau de Linares L., El jardín maternal. Entre la intuición y el
saber, 1993, México, Editorial PAIDOS,
Cáp. III, Pág. 75 - 9
Goldschmied E., Jackson S, La educación Infantil de 0
a 3 años, Editorial
MORATA, Cáp. VI, Pág. 91 – 103
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